La educación en España

España, a nivel educativo, está sumida en un espacio de limbo difícilmente justificable social y políticamente. Estamos rodeados de expertos que rara vez coinciden con los que vivimos el día a día en educación, y que paciente y estoicamente aguantamos. La situación es que, con la crisis y la reducción del gasto en educación, con la caída de la imagen profesional del profesor, con la mercantilización de la educación y de su conocimiento, y con la equiparación de los horarios educativos con los laborales, el resultado es que seguimos estando como siempre, en el limbo.

Y es que la verdad ¿no sé que qué esperamos? Parece incluso cómico que sin hacer apenas nada esperemos las notas de PISA como si fueran nuestro bote de salvación. Desde hace mucho tiempo aprendí en el mundo organizativo que no se debe medir aquello en lo que no se va a invertir ni tratar de mejorar, y por supuesto, si se mide se generan expectativas en el mundo educativo sobre acciones y estrategias, las cuales nunca se cumplen. Pero ¿alguien mueve algún músculo en este país tan desacreditado en la cultura y educación?

La importancia de medir

No nos obsesionemos con medir si no tenemos claro hacia dónde quiere ir la educación ni cuáles son sus objetivos y estrategias. ¿Alguien los sabe? Se pide educación de calidad con inversiones low cost, se establece una relación conflictiva entre la pública y la privada en vez de sinérgica y sobre todo se juega con la educación como si fuera una baraja de cartas donde jugar partida a partida y minuto a minuto. No hay nada más estratégico y a medio-largo plazo que la educación, no siendo esto óbice para actuar ya de modo urgente. Medimos y nos comparamos con el resto del mundo, pero sin plantearnos cómo lo hacen otros países, como si el cómo no importara. De hecho, perseguimos modelos caducos más que ir hacia la vanguardia en educación.

¿Acaso pensamos que medir lo es todo? Medir es la base para la gestión, sin medición no puede haber gestión. Pero solo medir sin gestionar es jugar con las expectativas de los que pensamos que la educación de calidad es la base diferencial de cualquier país para tener ciudadanos críticos y con talento. Ahora, en el informe actual, estamos unos puntos arriba, y el resto parece que baja. Pero ¿qué cambios hemos hecho? ¿qué planificación hemos realizado? La realidad es que en este momento la educación parece un experimento extraño donde se la trata como si fuera un grupo placebo dejando que el “devenir” sea la única fuerza que la dirige. Pero hemos de tener claro que, si no actuamos, entonces no tendremos nada que medir.

Soluciones

Y lo que pasa es que “unos por otros, la casa sin barrer” y así año a año seguimos con un rifirrafe continuo donde solo puede haber perdedores. Sí, perdedores, una o varias generaciones de ciudadanos jóvenes españoles que sufren nuestra desidia y nuestro desdén, nuestra apatía, nuestra falta de negociación y de visión, y que sobreviven año a año a nuestro caos político y estratégico.Soluciones hay tantas, pero pasan por respetar primero la educación, y eso sí que merece una primera reflexión importante. Sin respeto no puede haber grandes cambios. Respetar la educación es respetar al ser humano y su potencial, es considerar a la persona como generadora de talento y conocimiento. Sin respeto a la educación no se puede avanzar. Y aquí seguimos día a día con la espada de Damocles de Pisa… que nos pisa y nos mete prisa. Pero ¿qué modelo educativo queremos para nuestros hijos?

 

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