Hace poco puse un tweet  que decía lo siguiente “si hablas aún de cambio es que sigues anclado en el pasado”. Al poco, otra twittera Natalia Perez me comentaba “@Roberiluna de que debemos hablar ahora, pues?”, a lo que le contesté: “@ArangoCoaching quien habla de cambio es que aún piensa en pasar a otro momento diferente pero igual de estable. La vida es un fluir…”.
Creo que el tema del cambio aún no hemos sabido enfocarlo bien. Por mucho que intento analizar el impacto de cuánto están cambiando nuestras vidas y profesiones, no dejo de sorprenderme que normalmente incluso nos quedamos cortos. Y es que en muchos casos es un tema relativo y perceptivo.
En este sentido, y en mi caso más personal, desde hace un tiempo sí que vivo un cambio continuo, aunque dicho lo dicho, igual no es tanto. Esto de la relatividad tiene sus cosas claro.
 
Principalmente creo que hay dos elementos claves a considerar:
 
1) el concepto de cambio en contraposición al de fluir como estado continuo de cambio;
 
2) la gestión de la incertidumbre, es decir, la pérdida de control continua.
 
Con respecto al concepto de cambio solo hay que mirar a nuestro alrededor como axiomas bien fundamentados se han ido al traste en un “tristrás”, es decir, casi sin darnos cuenta. Y en este sentido, se nos mueven hasta los cimientos más profundos. En esto sí que vamos hacia una dirección sin retorno. Aun así, y como siempre, las personas reaccionamos de modo muy diferente. Y encontramos quienes han hecho un leve cambio (leve para unos claro) mientras que otras no han tenido elección del cambio. Pero el cambio como decimos es relativo, sin embargo en ambos casos seguro que su percepción es muy parecida. Por eso, creo que esta primera clave debería reconsiderarse continuamente. Pues cuando ya crea he hecho el esfuerzo de cambiar debería replantearme hacia donde voy de nuevo. Y sin ánimo de estresar, sí al menos con el ánimo de sobrevivir en este entorno tan turbulento. De hecho se puede aprovechar para cambiar algún hábito que otro que nos costaba de paso.
 
Por otro lado está la gestión de la incertidumbre. Indudablemente, tanto ésta como la gestión del cambio están muy emparejadas. Pero sí que es verdad que hay muchas personas que viven con una alta necesidad de control de sus entornos (incluidas las personas de esos entornos). Y que claro antes estas situaciones están algo desesperadas y descolocadas. Y es que no es fácil gestionar la incertidumbre, al menos cuando crees que puedes controlarlo.