Está claro que cuando el futurólogo Toffler habló de la tercera ola creó la posibilidad de una nueva revolución conceptual de la empresa. En este sentido, la tercera ola no supone más que el cambio hacia la economía del conocimiento. Para ello son muchos los cambios que se deben asumir si queremos estar preparados, y todos ellos pasan por una sociedad más de servicios, más orientada hacia la calidad y el aprendizaje, con menos estructura y con una mayor preocupación por generar conocimiento compartido. En este sentido, el empleado o profesional se encuentra en un nuevo contrato psicológico. De hecho, si el empleado se relación con los puestos clave del negocio se quedará. Si no es el caso seguramente se externalizará, y en este sentido aprenderá a los nuevos conceptos de empleabilidad donde la actualización y utilidad de sus conocimientos en el mercado serán clave para su supervivencia y desarrollo. Por todo ello, los factores críticos de la tercera ola como dicen Hope y Hope (1997) son la confianza, la lealtad y el poder de las relaciones. Lo que el economista británico Alfred Marshall estructuraba desde los rendimientos crecientes que se caracterizaban por la observación, el posicionamiento, las organizaciones aplanadas, las misiones, los equipos y la astucia o talento. Por eso lo definía como un mundo de psicología, de cognición y de adaptación. Muy en línea con lo que decía Peter Drucker: “lo único que importará cada vez más en la economía nacional, así como en la internacional será la actuación de los directivos al hacer productivo el conocimiento”.

Estamos en una época de gran incertidumbre y grandes cambios y transformaciones. Y las organizaciones deben adaptarse a su entorno si quieren sobrevivir. Para ello deben ser organizaciones abiertas, vivas y que interactúen continuamente mostrando una gran porosidad y permeabilidad tanto de información como de tecnología, gestionando la innovación y el conocimiento.

¿Estamos preparados? Algunos sí y lo demuestran creciendo en esta época de modo sostenible y gradual. Otros no, como lo demuestra la gran cantidad de tejido empresarial dañado por esta situación tan crítica. Pero ¿cuál debería ser nuestro aprendizaje con esta tercera ola? Sencillamente, la gestión del cambio y la tolerancia a la incertidumbre. Dos competencias organizativas que debería plantearse hoy mismo si es usted empresario.