Ya son diversos foros a los que voy de coaching ejecutivo donde el tema que más apasiona a los futuros profesionales del coaching es precisamente analizar con profundidad en referencia a casos y vivencias la limitrocidad del coaching ejecutivo. Es decir, hasta dónde puede llegar un coach ejecutivo y dónde debe derivar. A pesar que no es fácil la contestación creo que cuando se está en el ejercicio profesional la respuesta es más sencilla. Pero de todos modos voy a intentar responder en la medida de mis experiencias como coach certificado Senior por AECOP.
Toda relación coach-coachee es diferente y especial, y por lo tanto merece toda nuestra máxima concentración para comprender y comprehender el modelo mental, emocional y comportamental del coachee. En este sentido, cuando firmamos un contrato con el coachee se establece una pauta de “normalidad” del proceso y un cierre o final de la relación de coaching. Esta pauta es un buen primer indicador, sin que sea por ello determinante por sí misma. El grado que el coachee cumple con los hitos que se establecen y se acerca a los objetivos es por lo tanto un detalle a tener en cuenta. Algunos coachees sencillamente pueden no estar implicados en el proceso pero otros se les ve sufrir y al mismo tiempo no consiguen sus hitos. Este matiz del “sufrimiento” es importante. El grado extremo es no sufrir porque el coachee reconoce todo y reconoce su completo bloqueo. En este sentido, es importante valorar el alcance del bloqueo.
Otro aspecto relevante es el grado de conciencia de la situación. El coachee podría no ser consciente realmente del alcance de sus comportamientos (excesivas excusas, atribución externa, no responsabilidad del proceso, …) y encontrar siempre salidas al hito que no estaban contempladas. Estas “salidas del hito” son también importantes a tener en cuenta en la visión global del proceso. El no verbal también suele ser un indicador importante del grado que el coachee está viviendo con excesiva ansiedad o estrés o melancolía el proceso. En este sentido, es importante analizar el grado que dicha inestabilidad se mantiene con el tiempo en las diferentes sesiones. Por otro lado un excesivo uso de verbalizaciones negativas del propio coachee sobre si mismo también es un buen indicador del grado de autoestima del sujeto y del grado que puede apostar por seguir adelante en la consecución de los objetivos profesionales. Y por último es importante si el sujeto presenta algunos de los indicadores aquí comentados, conocer algo del historial de vida. Las recidivas son frecuentes en este tipo de perfiles. Para concluir, dos recomendaciones, centrarse en los objetivos planteados en la sesión y delimitar muy bien de partida el grado de intervención que va a plantear el coach en la sesión. No pretendo haber sido exhaustivo, sin embargo creo que es un primer paso para poder contestar sobre este tema tan importante en el coaching. No dudar que habrá un territorio prohibido segunda parte.
Toda relación coach-coachee es diferente y especial, y por lo tanto merece toda nuestra máxima concentración para comprender y comprehender el modelo mental, emocional y comportamental del coachee. En este sentido, cuando firmamos un contrato con el coachee se establece una pauta de “normalidad” del proceso y un cierre o final de la relación de coaching. Esta pauta es un buen primer indicador, sin que sea por ello determinante por sí misma. El grado que el coachee cumple con los hitos que se establecen y se acerca a los objetivos es por lo tanto un detalle a tener en cuenta. Algunos coachees sencillamente pueden no estar implicados en el proceso pero otros se les ve sufrir y al mismo tiempo no consiguen sus hitos. Este matiz del “sufrimiento” es importante. El grado extremo es no sufrir porque el coachee reconoce todo y reconoce su completo bloqueo. En este sentido, es importante valorar el alcance del bloqueo.
Otro aspecto relevante es el grado de conciencia de la situación. El coachee podría no ser consciente realmente del alcance de sus comportamientos (excesivas excusas, atribución externa, no responsabilidad del proceso, …) y encontrar siempre salidas al hito que no estaban contempladas. Estas “salidas del hito” son también importantes a tener en cuenta en la visión global del proceso. El no verbal también suele ser un indicador importante del grado que el coachee está viviendo con excesiva ansiedad o estrés o melancolía el proceso. En este sentido, es importante analizar el grado que dicha inestabilidad se mantiene con el tiempo en las diferentes sesiones. Por otro lado un excesivo uso de verbalizaciones negativas del propio coachee sobre si mismo también es un buen indicador del grado de autoestima del sujeto y del grado que puede apostar por seguir adelante en la consecución de los objetivos profesionales. Y por último es importante si el sujeto presenta algunos de los indicadores aquí comentados, conocer algo del historial de vida. Las recidivas son frecuentes en este tipo de perfiles. Para concluir, dos recomendaciones, centrarse en los objetivos planteados en la sesión y delimitar muy bien de partida el grado de intervención que va a plantear el coach en la sesión. No pretendo haber sido exhaustivo, sin embargo creo que es un primer paso para poder contestar sobre este tema tan importante en el coaching. No dudar que habrá un territorio prohibido segunda parte.
Si el problema laboral viene dado por un motivo de fuera del mundo laboral, familia amigos etc. Ya nos salimos del ejecutivo para ingresar en el live, aun teniendo la información de la vida, los síntomas etc, ¿deberíamos pasar la frontera? La duda que me planteo es que los dos mundos vida y trabajo se influyen mutuamente ¿verdad?